El almendro es un frutal mediterráneo que lleva miles de años con nosotros, si bien en muchos casos con un tratamiento de cultivo marginal. Su aprovechamiento de suelos pobres y en condiciones de secano, y su sensibilidad a las heladas tardías hace que rara vez se le haya prestado mucha atención en nuestros campos. Sin embargo, todo esto ha cambiado en los últimos años, gracias al desarrollo de nuevas variedades de floración tardía, y a la buena adaptación del cultivo al regadío. A ello se une la evolución favorable de los mercados en los últimos años, al tratarse de un producto con una demanda creciente.
Se trata de un cultivo al que se debería prestar atención ya que supone una inversión relativamente pequeña, si se compara con otros frutales, y no es demasiado exigente en insumos y mano de obra. Si las condiciones agroclimáticas son adecuadas, se pueden obtener buenos rendimientos, con incrementos notables de la rentabilidad. Una condición para el éxito es que se elijan emplazamientos adecuados y variedades tardías, pensando siempre en la eventualidad de las heladas de primavera, que constituyen la principal limitación de este cultivo en nuestra provincia.