El almendro (Prunus dulcis), es un árbol caducifolio de la familia de las rosáceas. Esta especie pertenece al subgénero Amygdalus del género Prunus.
Puede alcanzar de 3 a 5 m de altura. De tallo liso, verde y a veces amarillo cuando es joven, pasa a ser agrietado, escamoso, cremoso y grisáceo cuando es adulto. Son de hoja caduca, las hojas son simples, lanceoladas, largas, estrechas y puntiagudas, de 7,5 a 12,5 cm de longitud y color verde intenso, con bordes dentados o festoneados.
La flor solitaria o en grupos de 2 o 4, es pentámera con cinco sépalos, cinco pétalos con colores variables entre blanco y rosado dependiendo de las especies de unos 3 a 5 cm de diámetro.
El fruto del almendro es la almendra. Es de unos 3 a 6 cm de longitud en drupa con exocarpio y mesocarpio correosos y endocarpio duro, oblongos, elipsoidales, con carne seca, tomentosos, de color verde, dehiscentes. Tarda de 5 a 6 meses en madurar desde que cuaja. El almendruco o alloza es el fruto tierno e inmaduro.
Es una especie autoincompatible, por lo que requiere la polinización cruzada. Deben colocarse polinizadores para obtener un elevado cuajado para que la cosecha sea rentable.
En el almendro, al igual que en la mayoría de las especies frutales, el árbol lo conforman dos individuos distintos: la variedad, que aporta la parte aérea del árbol; y el patrón o portainjerto, que constituye la parte subterránea o sistema radicular. Variedad y patrón se unen mediante injerto, que se sitúa a unos pocos centímetros de la superficie del terreno.
Los patrones más utilizados en el almendro en España son:
– Francos de almendro: es el patrón utilizado tradicionalmente en España, tanto dulce como amargo. Las variedades más utilizadas como patrón son: ‘Garrigues’, ‘Atocha’ y ‘Marcona’.
– Híbridos entre almendro y melocotonero. La utilización de patrones híbridos entre almendro y melocotonero ha supuesto un gran cambio en el cultivo del almendro. Su buen comportamiento en muy diversas condiciones ha hecho que sea actualmente el tipo de patrón mayoritariamente empleado. Los híbridos más utilizados son: ‘GF-677’, ‘Garnem’, ‘Adafuel’ y ‘Mayor’.
Existe una gran diversidad española y mundial de variedades de almendro. Las variedades se suelen agrupar en tres grandes categorías en función de su fecha de floración: extratempranas (tipo ‘Desmayo largueta’); tempranas (tipo ‘Marcona’); y tardías (tipo ‘Ferragnès’). Existe un cuarto grupo de variedades que presentan una floración extratardía (tipo ‘Penta’), que florecen entre 10-20 días después que las variedades de floración tardía. La productividad de estas variedades es menor, por lo que solo se recomiendan en zonas con una alta incidencia de heladas.
El diseño y el marco de la plantación no solo tienen en cuenta las condiciones ecológicas y edafológicas; sino también el vigor de la variedad y del patrón, el nivel y tipo de mecanización, el tipo de recolección y si la plantación se realiza en secano o en regadío. Se emplean diversos marcos de plantación, estando los marcos tradicionales comprendidos entre 7,5 x 5,5 y 6 x 3,5, con formación en vaso. En variedades poco vigorosas pueden usarse marcos de plantación de 6×6 ó 6×5.
Primero se deben eliminar los restos de plantaciones anteriores y limpiar los restos de monte bajo, ya que el almendro es muy sensible a la asfixia radicular y a los ataques de diversos hongos de suelo. A continuación se realiza un desfonde profundo (70-90 cm.), seguida de laboreos cruzados, para favorecer el desarrollo de raíces y la entrada del agua de lluvia, además de poder aplicar el abonado de fondo (20-40 t/ha de estiércol bien humificado para mejorar la estructura del suelo) y algún herbicida de contacto. Tras la preparación del terreno se procede al nivelado del mismo y seguidamente tendrá lugar un abalancado para la posterior plantación. En laderas con poca pendiente se recomienda plantar según las curvas de nivel.
El abonado ha sido tradicionalmente muy reducido en secano, realizándose sobre todo en invierno y con aportación de nitrógeno durante el periodo vegetativo. En las plantaciones modernas de regadío normalmente se sigue un plan de abonado.
El almendro responde muy bien al riego, se ha comprobado que aumenta su producción, doblándola con facilidad y regularizándola. La mayoría de los almendros se cultivan en secano, pero las nuevas plantaciones son de riego localizado y sin limitación de agua, pero algunas parcelas reciben solo riegos de apoyo cuando la disponibilidad del agua lo permite.
En riego por goteo se estima un consumo medio de 3.000 m3/ha para conseguir una buena producción.
El periodo de mayores requerimientos hídricos en el almendro es el comprendido entre el inicio del engorde rápido de la almendra y las fechas en las que esta alcanza su longitud definitiva; las necesidades disminuyen en los periodos anterior y posterior al señalado, pero no por ello se debe suprimir el riego en su totalidad.
La reanudación de un volumen de riego normal 15-20 días antes de la recolección favorece el desprendimiento de la corteza de la almendra.
El cultivo tradicional solo recibía la poda de rejuvenecimiento cada cierto número de años. Los planes de mejora han introducido nuevas técnicas de poda, además de recomendar variedades poco exigentes en poda. En la poda de formación se tendrá en cuenta el marco de plantación, la mecanización del cultivo y la entrada en producción de la variedad elegida, así como el vigor y hábito de crecimiento de la misma. La poda de formación se suele realizar en vaso, pero también puede ser en espaldera. Posteriormente se llevará a cabo una poda de regeneración ligera, eliminando la madera muerta, las ramas mal erigidas y los chupones y se rebajarán los ramos mixtos a ramos de mayo.
REQUISITOS ESPECIALES
Es un cultivo resistente a la sequía, pero la obtención de cosechas abundantes y regulares exige habitualmente la aplicación de riegos de apoyo. Por tanto, el agricultor debe considerar la disponibilidad de riego como un requisito para este cultivo.
A partir de cierta dimensión de las plantaciones, se debe tener en cuenta la disponibilidad de maquinaria adecuada para la recolección de las almendras; la mecanización de esta labor consiste normalmente en un vibrador operado desde el tractor, provisto de una lona a modo de paraguas invertido para la recogida del fruto. Existen también equipos no mecanizados, mediante vibradoras portátiles, adecuados para explotaciones más pequeñas. También es posible la recogida tradicional, mediante derribo de los frutos por vareo de las ramas y recogida manual del suelo; es ésta una operación que demanda bastante mano de obra.
Otro aspecto a considerar es el que se refiere a las labores post-cosecha a llevar a cabo: limpieza y pelado de las almendras, así como un primer secado de las mismas que garantice una buena conservación. No es difícil encontrar hoy día maquinaria adecuada para algunas de estas labores (peladoras de almendras, o de frutos secos en general). El partido de la almendra para la obtención de la almendra-grano es una operación que se realiza, normalmente, por parte de los almacenistas.
PRINCIPALES LABORES
Las labores de preparación del terreno para la plantación deben tener en cuenta la sensibilidad del almendro a las enfermedades fúngicas. Así, el suelo se levantará con la suficiente antelación (varios meses antes de la plantación), para permitir su soleado y aireación.
Es imprescindible una labor profunda de subsolado, a unos 90 cm, seguida de varios laboreos cruzados para mullir y airear el suelo. Como abonado de fondo es conveniente la aplicación de materia orgánica bien humificada, en especial la proveniente del ganado vacuno. Un aporte de fósforo también se ha comprobado muy beneficioso ya que facilita el desarrollo de las raíces. En suelos húmedos, no obstante, se debe ser algo más restrictivo con la fertilización para prevenir la aparición de enfermedades fúngicas.
Antes de la plantación es conveniente dar varias labores superficiales, evitando aquellos aperos, como los discos, que puedan crear suela de labor.
Hoy día se tiende a marcos de plantación algo más estrechos que en el pasado, tanto en secano como en regadío. Cuando se dispone de agua los marcos se pueden estrechar hasta 6×6 ó 6×5, mientras que en secano los marcos oscilan entre 7×4 y 7×7. En definitiva, en función de las condiciones en que se va a desarrollar el cultivo, se va a trabajar con densidades de plantación de entre 200 y 300 plantas/ha. La plantación se hace preferentemente en invierno, y se puede hacer mediante apertura de zanja o mediante ahoyado (en suelos adecuados). Es esencial elegir bien las variedades, y a ser posible que éstas sean autofértiles (en caso contrario, prever la plantación de polinizadores). La aplicación de un riego tras la plantación es muy conveniente.
Las podas de formación, durante los primeros 3-4 años, deberán tener como objetivo regular y equilibrar el árbol, y sería conveniente seguir su hábito natural. La forma más extendida es todavía la poda en vaso. Las podas de producción tendrán en cuenta las características del árbol, como por ejemplo su vigor y fertilidad, la densidad de floración, o la distribución de las flores.
La aplicación de riegos debe calcularse en función de las disponibilidades hídricas del suelo; se tendrán en cuenta factores como la climatología y la resistencia del almendro a la sequía, pero también su sensibilidad al desarrollo de enfermedades fúngicas. Siempre será mejor aplicar riegos más frecuentes con aportes bajos, como los que permiten los sistemas de goteo.
Las necesidades de fertilización van a depender de las producciones esperadas, que están en relación así mismo con la disponibilidad de agua. Una estimación de los aportes necesarios para una producción de 2 t/ha de almendra cáscara sería la siguiente:
– Nitrógeno (N): 30-50 kg/ha;
– Fósforo (P2O5): 30 kg/ha;
– Potasio (K2O): 60 kg/ha;
– Magnesio (MgO): 12 kg/ha.
El nitrógeno será mejor aportarlo fraccionado, y sólo en la zona donde haya raíces; no aplicar nitrógeno inorgánico en invierno, ya que puede resultar inútil.
El mantenimiento del suelo puede hacerse mediante laboreo completo o parcial de las calles. También puede hacerse mediante herbicidas, y mediante una cubierta vegetal parcial y empleo de herbicidas sólo en las filas de árboles.
En cuanto a tratamientos fitosanitarios, ya que ha indicado que el almendro es sensible a determinadas enfermedades fúngicas, para las que cabe la posibilidad de lucha química. Se recomienda, en la medida de lo posible, trabajar con variedades resistentes.
Entre las labores propias de este cultivo hay que mencionar también la recolección, que puede ser completamente manual o mecanizada, así como ciertos procesos post-cosecha de pelado, limpieza y secado de los frutos. Se trata de labores que suelen demandar bastante mano de obra.