La Camelina sativa es una especie de planta herbácea perteneciente a la familia Brassicaceae.
Es un cultivo oleaginoso con gran resistencia a sequía y heladas y con necesidades moderadas de fertilización.
Es una planta herbácea anual, dicotiledónea. La raíz es de tipo pivotante. Los tallos son erectos, y alcanzan un tamaño en torno a los 30 – 60 cm e incluso en algunos casos 80 cm. Tiene las hojas lanceoladas, de 15-50 mm de largo, 5-10 mm de ancho, cuneadas, enteras o irregularmente dentadas. Las inflorescencias en racimos de 30-70 de flores, de hasta 30 cm de largo en el fruto. Flores de 3.5 mm de diámetro, de color amarillo. Frutos formados por pequeñas silicuas obovoides de 7-9 mm de largo y 4-5 mm de ancho, que albergan entre 8 y 15 semillas.
Las semillas son de pequeño tamaño y peso, rondando las 1000 semillas los 0,8 – 2 gramos. Las semillas presentan color marrón y poseen entre un 33% y un 42% de aceite, que contiene de media un 64% de ácidos grasos poliinsaturados, un 30% de monoinsaturados y un 6% de saturados aproximadamente.
Es una planta que se ha cultivado tradicionalmente como una oleaginosa en cultivos para producir aceite vegetal. Este aceite se usa tradicionalmente para la producción de jabones, pinturas, mientras que los restos de extracción se utilizan para la alimentación animal. El aceite de camelina se puede utilizar también en alimentación humana, desde hace relativamente poco tiempo. También se han realizado un cierto número de ensayos del uso de aceite de camelina como biocarburante como sustituto total o parcial del keroseno en aviones.
La germinación se produce a una temperatura aproximada de 3-5ºC con humedad óptima.
Estado de roseta: desarrollo de tres o cuatro hojas verdaderas. El cultivo pasará la mayor parte del ciclo en esta forma hasta el aumento de las temperaturas y precipitaciones en la época de la primavera.
Elongación del tallo: proceso que comienza en primavera con las primeras lluvias y con el aumento de la temperatura.
La época de floración es a finales de abril – mayo.
La época de cosecha es la última fase, el fruto ya maduro contiene entre 8-15 granos que poseen alrededor de un 36% de grasa bruta y un 22% de proteína. Se suele realizar a finales de junio.
REQUISITOS ESPECIALES
Para el cultivo de la camelina no se requieren elementos muy diferentes de aquellos de los que ya dispone una explotación tipo de agricultura extensiva en régimen de secano, orientada a la producción de cereales de invierno. La camelina es un cultivo de media estación, capaz de madurar en menos de 100 días, que encaja perfectamente en la rotación con los cereales y con otros cultivos tales como leguminosas o girasol, por lo que desde el punto de vista tecnológico el agricultor medio no tendría dificultades para adoptarlo. El itinerario elegido puede ser así mismo tanto de siembra directa como de laboreo tradicional.
Quizá un aspecto a tener en cuenta es el control de las malas hierbas, que en el caso de la camelina puede dificultarse debido a la sensibilidad de esta planta a la mayoría de los herbicidas. En este sentido, una siembra algo más temprana y densa puede ayudar al control de las malas hierbas: la camelina es resistente al frío y emerge rápidamente, lo que le permite cubrir el suelo en fases tempranas. Relacionado con esto está la recomendación que no sembrar camelina en terrenos en los que exista residualidad de herbicidas anteriores, debiendo respetar un plazo de seguridad de al menos 36 meses desde la última aplicación de residuales; esto puede ser ciertamente una limitación importante en algunos casos.
También es importante resaltar que la época de recolección debe elegirse cuidadosamente, cuando el cultivo está casi maduro pero las silicuas aún no se han abierto y retienen los granos, ya que de otra manera se pueden producir importantes pérdidas. La recolección se puede llevar a cabo ajustando convenientemente la cosechadora de cereal.
PRINCIPALES LABORES
Las labores necesarias para el cultivo de la camelina no difieren mucho de las habituales para el cultivo de cereales de invierno, u otros cultivos extensivos. En este caso se describen las labores propias de un cultivo alternativo, orientado a la reducción de costes y/o al aprovechamiento de los barbechos.
Para la preparación del terreno, en muchos casos la labor de arada se puede sustituir por un pase cruzado de cultivador, lo que dependerá en cualquier caso del uso anterior del suelo y de las condiciones en que se encuentre. En ocasiones puede convenir un pase de rulo previo a la siembra. Si se lleva a cabo siembra directa, podría ser recomendable aplicar previamente un herbicida no residual de amplio espectro.
En cuanto a la fertilización, ésta se puede dividir en un abonado de fondo, previo a la siembra, y otro de cobertera (con el 70% del nitrógeno y del azufre recomendados), cuando las plantas se encuentren en el estado de roseta (entre los meses de febrero y marzo). No obstante, dada la consideración de cultivo alternativo que tiene la camelina, con el objetivo de reducción de costes podría prescindirse de los aportes de fósforo y potasio, y por tanto del abonado de fondo; en este caso se podría optar por un único aporte de 200-250 kg/ha de nitrosulfato o de sulfato amónico, como abonado de cobertera. A título informativo las necesidades mínimas totales de este cultivo se sitúan en torno a los siguientes valores:
– nitrógeno (N): 50-60 UF/ha
– fósforo (P2O5): 30-40 UF/ha
– potasio (K2O): 40-50 UF/ha
– azufre (S): 12-24 UF/ha
La siembra es superficial y se hace en línea a chorrillo, con separación entre líneas de 12,5 a 22,5 cm; se trata de semillas muy pequeñas, siendo necesarios unos 8 kg/ha. Se siembra en otoño, normalmente entre octubre y noviembre. Posteriormente también puede convenir un pase de rulo, con el objeto de evitar piedras durante la cosecha, o también para romper la costra.
La elección del momento de la cosecha, que suele adelantarse al de la cosecha de los cereales, es especialmente importante. La humedad de grano recomendada está en torno al 6%, y una vez alcanzado el punto de madurez no se debe dejar pasar más de una semana, para evitar pérdidas de grano que pueden ser muy importantes. Es fundamental regular correctamente la cosechadora.