Rubus idaeus, de nombre común frambueso, es una especie del género Rubus nativa de Europa y norte de Asia.

Se trata de un arbusto perenne de 40 a 60 cm de altura que crece en los lugares pedregosos de las montañas, en terreno granítico. Tiene un tallo subterráneo, corto, que emite cada año ramas aéreas (vástagos) de dos años de duración. Éstos se desarrollan durante el primer año y en el segundo florecen y fructifican, para morir inmediatamente, siendo reemplazados por otros nuevos vástagos. El tallo subterráneo es muy ramoso y las numerosas ramas aéreas que la planta emite del cuello y de las nudosidades son débiles, poco ramosas, con corteza gris amarillenta y cubierta de pelos amarillo dorados. En el segundo año la corteza se vuelve gris oscura, sembrados de aguijones delgados, espesos o raros y que destacan fácilmente. El tallo aéreo del año anterior posee en su extremo brotes laterales floríferos, mixtos, guarnecido de un cierto número de hojas.

Las hojas son imparipinadas o ternadas, según sea la planta más o menos vigorosa; foliolos más o menos variables por el tamaño y también por la forma, siendo ovales, más o menos alargadas, acuminadas, aserradas, verdes por el haz y blanquecinas aterciopeladas por el envés. Raquis espinoso.

Flores escasas en racimo terminal sencillo, pequeñas, blanco verdosas o teñidas de rosa, llevadas por un pedúnculo bastante largo y espinoso. Cáliz con cinco sépalos largos y persistentes; cinco pétalos caducos. Estambres muy numerosos, pistilos numerosos y completamente libres, inscritos en un receptáculo muy convexo. Cada pistilo tiene un ovario con una celda que encierra un óvulo, del cual se desarrolla una pequeña drupa que a su vez tiene un pequeñísimo núcleo.

El fruto, llamado frambuesa, está formado por una polidrupa de sabor fuerte y dulce. El color más común es el rojo o amarillento, pero existen variedades de frutos blanco y negro. Cada drupa tiene adherido un pelo de color amarillo oro. Fructifica a finales de verano o principios de otoño. Esta fruta es parecida a la zarzamora, pero más pequeña y blanda. Las variedades de frambueso que actualmente se encuentran en el comercio provienen del individuo silvestre de frutos de color rojo (Rubus idaeus)

El suelo debe mantenerse bajo cultivo limpio desde el año anterior a fin de reducir el problema de malezas anuales y para tenerlo en buenas condiciones de soltura. Un alto contenido en materia orgánica es importante para que el cultivo tenga éxito, por lo que es conveniente enterrar un abono verde en el año previo a la plantación o la adición de estiércol y paja (cama de ganado). No se puede precisar con exactitud la cantidad de estiércol a suministrar, ya que varía según la naturaleza del terreno y su grado de fertilidad. Como media se pueden enterrar de 50 a 70 Tm de estiércol maduro por hectárea, a una profundidad de unos 50 cm, mediante una labor profunda.

Deberá de hacerse con anterioridad a la plantación un análisis de suelo y aplicar, si es necesario, cal o abonos minerales, además de empleo de herbicidas para obtener un suelo apto para el cultivo. La vida media de una plantación de frambueso puede variar de 10 a 20 años, por lo que es importante comenzar el cultivo con un buen abonado de fondo.

La época más adecuada de plantación es durante todo el otoño ya que el sistema radicular comienza a fijarse en el suelo antes del despertar primaveral, pero se puede retrasar si riesgo alguno hasta que las yemas permanezcan en estado quiescente hasta el mes de marzo, dada la rusticidad y rapidez de crecimiento del frambueso.

Las plantas procedentes de vivero deben plantarse inmediatamente tras su recepción, en caso contrario se conservarán en ambiente resguardado y protegidas del sol y del viento, para evitar la deshidratación de las raíces.

Para la plantación del frambueso basta con hacer un hoyo con una azada en el terreno preparado anteriormente. La distancia entre plantas en las plantaciones comerciales debe ser la suficiente para permitir el paso de las máquinas. La producción media más elevada se ha conseguido con marcos de 165 x 60 cm, por lo que se aconseja para el frambueso rojo una distancia mínima entre filas de 2 m y una máxima de 3 m en función de la fertilidad del terreno y del vigor del propio cultivar, con distancia entre plantas de una misma fila de 60-70 cm. Para el frambueso negro se adoptan distancias medias de 3 m x 1 m, indicadas para la recolección mecanizada.

El frambueso necesita generalmente el empleo de soportes, ya que sus tallos se curvan con facilidad bajo el peso de la vegetación y de los frutos dificultando la recolección y a veces se pueden quebrar. Los sistemas de conducción son múltiples, destacando la espaldera, utilizando postes y alambres. Otras veces se emplea un simple poste de madera para cada planta, o bien sin utilizar ningún soporte se atan grupos de 5-6 tallos en haces, curvándolos después en arco de forma que se unan unas con otras.

De cualquier forma es preferible utilizar el sistema de conducción por filas que el de cepas aisladas, ya que facilitan mucho las operaciones de cultivo tales como el laboreo periódico del terreno, el tratamiento con herbicidas, la recolección, la poda, etc. Los sistemas en fila o contraespaldera pueden ser planos o formar un seto bastante ancho; en el primer caso los tallos se mantienen en un plano vertical mediante alambres superpuestos a diferentes alturas; en el caso segundo se colocan parejas de alambres, más o menos separados entre sí sobre un plano horizontal hasta un máximo de 70-80 cm (40 cm a cada lado de la línea media de la hilera).

El suelo se debe mantener libre de malas hierbas para eliminar la fuerte competencia hídrica que éstas establecen con el frambueso y por tanto evitar la consiguiente reducción de la productividad. Junto con las labores superficiales al terreno también se interrumpe la evaporación del suelo a través de los vasos capilares. Es importante que la labor no sea demasiado profunda ya que las raíces del frambueso son muy superficiales ya que se desarrollan en los primeros 25 cm del suelo. Una profundidad de 10 cm por el centro de las calles y de 5 cm en las proximidades de las plantas es suficiente. Si la labor se realiza durante el invierno se pueden incorporar al terreno los abonos orgánicos y minerales.

Una plantación de frambuesa agota mucho el terreno y por esto, pasados ocho o diez años conviene a veces arrancar las plantas. Se necesita siempre un fuerte abonado de plantación y otro de conservación cada dos años, con abonos artificiales.

Para mantener un buen nivel de materia orgánica en el suelo se recomienda realizar aportes anuales de 15-20 Tm/ha de estiércol bovino o de 10 Tm/ha de gallinaza. También se puede emplear 10 Tm/ha de paja troceada. La fertilización mineral puede realizarse aplicando sulfato amónico o nitrato de calcio (400 Kg/ha) o urea (150-200 Kg/ha). Una aportación anual en primavera de un abono del tipo 10-10-10 a una dosis de 500 kg/ha puede ser suficiente para asegurar una buena disponibilidad de elementos fertilizantes a la plantas en cultivo.

El frambueso, por su gran evaporación y transpiración, precisa de riegos ligeros por aspersión durante los meses de verano. De estos riegos sólo deben darse los estrictamente necesarios, por ser las raíces muy sensibles a la humedad del suelo y resentirse de la más ligera sequía, lo que puede ser causa de la muerte de la flor o del ramillete fructífero.

REQUISITOS ESPECIALES

Desde el punto de vista de la explotación agrícola, el cultivo del frambueso tiene unos requerimientos similares a los de otras producciones agrícolas. Lógicamente, los requerimientos materiales son mayores si el cultivo se da bajo plástico, algo a lo que el frambueso se adapta perfectamente.

Sí será necesario prever un sistema de conducción, para lo que hay diversas variantes: en espaldera, en “V”, en seto… Y también son variadas las formas en que se podrá llevar a cabo el mantenimiento del suelo: con laboreo o sin él, suelo desnudo o encespado, mediante acolchado… En definitiva, el frambueso se adapta a diferentes sistemas de cultivo, cada uno con sus ventajas e inconvenientes, de modo que cada explotación agrícola podrá encontrar el más conveniente según sus disponibilidades.

También hay que recordar que una plantación de frambueso sólo es productiva durante unos 10-12 años, aunque puede durar algo más, por lo que hay que considerar las renovaciones pertinentes. Esto hay que tenerlo en cuenta también de cara a la disponibilidad de tierras, ya que se debe seguir una correcta rotación de cultivos. Por otra parte, es un cultivo que ya es plenamente productivo a los 2-3 años tras la plantación.

Un requerimiento indispensable va a ser la disponibilidad de riego; el sistema más adecuado es por goteo, y lo ideal es que pudiese complementarse con un sistema de fertirrigación.

Algo a tener en cuenta es el gran requerimiento de mano de obra que tiene este cultivo durante la recolección, que en el caso de destinarse al mercado en fresco debe realizarse manualmente y con mimo; los rendimientos en este caso suelen rondar los 3-4 kg por persona y hora. Cuando el destino es la industria, aunque la recolección también sea manual, no es necesario cuidar tanto el fruto por lo que los rendimientos pueden alcanzar los 10-12 kg por persona y hora.

Finalmente, también existe la necesidad de un sistema de un tratamiento post-cosecha para este cultivo, ya que los frutos se deterioran con rapidez a temperatura ambiente. Esto es especialmente importante en el caso del consumo en fresco. Así que, en caso de que la venta no se produzca inmediatamente, habrá que disponer de un sistema de conservación adecuado, bien por refrigeración (lo más frecuente), congelación, atmósfera modificada, etc., en función del destino de la fruta y del periodo de tiempo en que deba ser almacenada. Es muy conveniente realizar un preenfriamiento rápido de los frutos lo antes posible tras la cosecha, por ejemplo mediante un sistema de aire forzado.

PRINCIPALES LABORES

El cultivo de frambueso necesita una preparación del suelo cuidadosa, previa a la plantación, ya que tiene un sistema radicular poco potente que compite mal con las malas hierbas. Esto es algo que habrá que hacer cada vez que se renueve la plantación, que puede ser productiva durante unos 12 años. Como paso previo conviene realizar alguna analítica en el terreno, para detectar la necesidad de alguna enmienda. Las labores de preparación del suelo pueden desarrollarse entre el final del verano y el otoño, de modo que el terreno quede listo para acoger las plantas durante el invierno o primavera.

La primera operación sería un subsolado, labor en la que se debe insistir cuando se trate de terrenos con drenaje deficiente. A continuación se realizan, en su caso, las enmiendas orgánicas y/o los abonados de fondo necesarios; para el cultivo del frambueso, conviene que el contenido en materia orgánica del suelo esté por encima del 2%. Así mismo, como orientación, el abonado de fondo puede consistir en unos 100 kg/ha de fósforo (P2O5), 200 kg/ha de potasio (K2O) y 40 kg/ha de magnesio (MgO). Después se dará una labor de arada mediante vertedera o disco, que sirve también para incorporar al suelo las enmiendas y fertilizantes aplicados. Antes de la plantación se dará un pase de grada, fresadora o rotovátor, lo que dejará la superficie del suelo limpia y desmenuzada, preparada para albergar las plantas.

La fecha y los marcos de plantación van a depender del tipo de variedad que se utilice, y del sistema de cultivo empleado (aire libre o invernadero, sistema de conducción, etc.). Las variedades no reflorecientes se suelen plantar en otoño-invierno, mientras que las reflorecientes se pueden plantar en primavera; las primeras suelen tener marcos algo más amplios que las segundas: distancia entre plantas de 0,5-1 metros en no reflorecientes, frente a 0,33-0,5 en reflorecientes. La distancia entre líneas varía en función de lo intensivo de la plantación: las plantaciones con variedades reflorecientes, las que se cultivan bajo invernadero y las que ocupan parcelas pequeñas tienden a ser más intensivas, con distancias entre líneas de 2 metros; en otros casos lo habitual es irse a los 3 metros entre líneas, lo que facilita la mecanización. Tras la plantación, conviene dar un riego para facilitar el agarre.

Para la conducción del frambueso, se deben amarrar las cañas productivas que emite la planta al sistema de conducción elegido: espaldera, seto… Las podas son fundamentales, ya que se deben eliminar cada año las cañas que ya han fructificado. También se debe limitar el número de brotes emitidos desde el suelo, ya que si se dejan demasiados darán lugar a ramas débiles y con una fructificación defectuosa. Las podas se deben adaptar al tipo de variedad utilizada y a la estrategia de producción que se persiga.

El mantenimiento del suelo también permite múltiples variantes: suelo desnudo con laboreo o con herbicidas, calles enyerbadas y líneas limpias, acolchado con materiales orgánicos o con plásticos… Cada sistema tiene sus ventajas e inconvenientes; en cualquier caso hay que procurar no dañar el sistema radicular de las plantas, y habrá que considerar también la posible interferencia de las labores de mantenimiento con el sistema de riego instalado.

Los riegos deberán ser razonados y adaptados al ciclo productivo del frambueso. Para alcanzar su máximo nivel productivo, se deben evitar las situaciones de estrés hídrico. Las mayores necesidades se dan durante el engrosamiento del fruto.

La fertilización nitrogenada es mejor fraccionarla para mejorar su aprovechamiento; por ello es conveniente, si es posible, llevarla a cabo mediante fertirrigación. El frambueso es exigente en nitrógeno. En plena producción, las necesidades del frambueso oscilan aproximadamente entre los siguientes valores:

– Nitrógeno (N): 100-150 kg/ha;

– Fósforo (P2O5): 80-100 kg/ha;

– Potasio (K2O): 150-200 kg/ha.

– Calcio (CaO) y magnesio (MgO): 30-40 kg/ha para ambos.

En cualquier caso, la fertilización debe ser razonada y tener en cuenta las características del suelo y la posible aplicación de enmiendas orgánicas.

El cultivo del frambueso puede hacer necesaria la aplicación de determinados tratamientos fitosanitarios para la protección contra plagas y enfermedades. Se hará siempre respetando las recomendaciones técnicas, y en función de la aparición de problemas.

En cuanto a la recolección, normalmente es manual y se precisa bastante mano de obra. La recolección para el mercado en fresco debe ser cuidadosa, con rendimientos de 3-4 kg/persona y hora; una producción de 10 t necesitaría, por tanto, más de 2000 horas-hombre/ha, lo que hace que esta operación sea la más costosa para este cultivo. Estos rendimientos prácticamente se triplican cuando el destino es la industria; en este caso cabe además cierto nivel de mecanización de la recolección.