El kiwi es un arbusto trepador de hoja caduca originario de las montañas de China, de la familia Actinidiaceae, del género Actinidia y especie deliciosa. Tiene ramas o sarmientos vigorosos, que pueden crecer anualmente hasta 6-8 m.

Es una especie dioica, que requiere polinizadores para fructificar. Su sistema radicular es superficial por lo que hay que tener cuidado con las labores del terreno por la posible rotura de las raíces. Brota a mediados de marzo y florece a mediados de mayo.

Las hojas son alternas, simples, largas redondas y caducas. La parte superior de la hoja presenta un intenso color oscuro y el envés de color verde más claro, con tonos marrones y presencia de vellosidades. El limbo tiene el borde dentado y el tamaño de la hoja está comprendido entre 10 a 30 cm.

Las flores: En inflorescencias cimosas. Son flores hermafroditas o unisexuales, hipóginas con 5 sépalos y 5 pétalos, siendo el color de los pétalos blanco crema.

El fruto normalmente es una baya o una cápsula loculicida. Es grande elipsoidal, piel parda con vellosidades en toda su totalidad. De pulpa verde color esmeralda que contiene numerosas semillas muy pequeñas. La maduración de la fruta es a principios de abril.

La pulpa se encuentra alrededor de la columena central, ésta última tiene un grueso variable y las dos partes son comestibles una vez que el fruto ha alcanzado su madurez.

Presenta cultivares hembras o femeninas y macho o masculinas. En las plantaciones españolas las variedades utilizadas es la denominada “Actinidia deliciosa” que procede del cultivar Hayward (variedad femenina). Existen clones como son, Hayward K, Hayward 8 y Top Star que dan una vegetación más densa y los frutos están desprovistos de vellosidades. Existen otros cultivares de menor importancia por dar unos frutos de pequeño tamaño, entre ellas. Monty, Abbot, Bruno, Kramer, Blake.

Se realizan una serie de labores previas en el terreno. Entre ellas las labores empleadas para la nivelación del mismo con la maquinaria apropiada y eliminando las malas hierbas que afectan de forma negativa al cultivo. También es recomendable realizar un abonado de fondo para la nutrición y fertilización. Se recomienda un análisis de suelo para hacer un aporte de abonado de forma más exacta, recomendando unas dosis de 300-500 kg/ha de sulfato de potasio como abonado superficial, antes de realizar las labores más profundas. De abonado de fondo se realizan dosis de 75 a 95 Tm/ha con abundante materia orgánica bien fermentada (estiércol), el más apto es el estiércol de vaca fermentado. El abonado de fondo además de aportar una estructura esponjosa al suelo lo prepara para asimilar los abonados inorgánicos que posteriormente se le suministren. La eliminación de malas hierbas, con mayor control, se realiza mediante el uso de herbicidas.

El kiwi es un cultivo que necesita de estructuras de conducción, también llamadas soportes, para su desarrollo vegetativo. Estas estructuras son normalmente metálicas, alambres. El sistema más utilizado de conducción es el ” Sistema en T ” también llamado en cruceta y consiste en utilizar unos postes en forma de T unidos unos con otros por 3 alambres. En estos alambres es donde se van a apoyar las plantas que cuelgan de en medio de cada postes. Se encuentran a una altura aproximada de 1.6 a 1.8 m. Necesitan también de unos tutores para guiarlas hacia la parte superior del emparrado de alambres, estos tutores pueden ser cualquiera de los existentes en el mercado, cordones, estacas de madera etc.

Se utilizan marcos de plantación de 4-5 m de ancho entre calles y una distancia de árboles de 3-5m, todo esto para el sistema de conducción en T o cruceta. Los árboles machos se colocan en filas alternos cada 5 árboles hembras. Se pretende con el tiempo de aumentar la población en este tipo de explotaciones de forma más intensiva, por lo que se sustituyen los machos por hembras y la poda de formación se realiza a un solo brazo. El marco de plantación se realiza después del laboreo del terreno y de la instalación del sistema de conducción, así como las instalaciones necesarias para el riego. La época de plantación se desarrolla en los meses de noviembre hasta febrero. Los marcos de plantación vienen a ser de 5×5, 4×5, 4×4 y 3×3, dependiendo del tipo de variedad utilizada o de las técnicas de producción adoptadas.

Debe de realizarse una poda formativa en invierno para guiar la forma de la planta, como desarrollo de un tronco y dos brazos laterales que cubran por completo la distancia de los alambres. La poda de fructificación se realiza dos veces al año una en invierno y otra en verano. La de invierno se deja por cada metro de alambre 3 ramas laterales bien desarrolladas de 20 a 23 yemas. La poda de fructificación de verano también llamada poda en verde, lo que pretende es mejorar la ventilación e iluminación para ello, se eliminan los chupones y ramas enrolladas o secas, flores marchitadas, aclareo de frutos, etc se trata también de una poda de limpieza. Se realiza esta poda dos veces, antes y después de la floración en los meses de abril y junio. El aclareo debe realizarse uno al inicio de la floración y otro después de la misma. En el primer aclareo se eliminan aquellas flores marchitadas, deformes, haciendo una selección de los mejores cuajes florales. En el siguiente aclareo se eliminan los frutos mal cuajados, mal polinizados, etc. Este aclareo se hace justo después del cuaje de la flor. El aclareo puede realizarse de forma manual o bien mediante productos químicos.

La producción del kiwi se desarrolla partir del tercer año de plantación, obteniéndose mejores cosechas a partir del séptimo u octavo año productivo. El fruto se recolecta a mediados de octubre y principios de noviembre en España .Se recomienda la recolección del fruto cuando alcance de 7 a 8 grados Brix. Estos frutos no son comestibles inmediatamente después de su recolección, sino cuando posean una ligera blandez al tacto. Posteriormente a la recolección, los frutos se almacenan en cámaras frigoríficas para su conservación hasta los meses de junio.

Para la conservación del kiwi necesita un punto de congelación comprendido entre -2ºC y -2.5ºC. Una conservación muy prolongada puede llegar a un marchitamiento de la pulpa del fruto, por lo tanto la humedad relativa debe de mantenerse superior al 95%. También se tiene en cuenta en las cámaras de conservación la composición de la atmósfera. Con unos valores de 2-3% de oxigeno y 3 a 6% de dióxido de carbono. Estos dos gases mantienen la dureza del fruto. En el caso de que se eleve la concentración de CO2 y se tenga una concentración de oxigeno del 2% se produce unos efectos con los siguientes síntomas:

– Síntomas externos: En el área apical del fruto aparecen unas coloraciones amarillentas del tejido que van avanzando hasta la parte central.

– Síntomas internos: desaparece la coloración blanca de los radios parenquimáticos del mesocarpo.

El envasado del fruto se realiza en cajas de cartón para un mejor transporte y presentación del mismo.

REQUISITOS ESPECIALES

Es fundamental disponer de terrenos adecuados: sólo debería acometerse la inversión necesaria cuando el suelo y el clima sean apropiados para el cultivo del kiwi. En muchos casos podría ser necesario llevar a cabo enmiendas orgánicas previas a la plantación, y quizá también determinadas actuaciones de drenaje.

Cuando se pretenda llevar a cabo la plantación en zonas expuestas a viento, será imprescindible la instalación de cortavientos, que también pueden ser naturales. En muchos casos habrá que prever la instalación de una estructura que permita la instalación de una cubierta de sombreado y protección, además de los elementos de entutorado y sostén para el desarrollo de las plantas.

También hay que tener en cuenta que se debe disponer de regadío, ya que aunque sólo se plante en lugares con buena precipitación (puesto que hay que huir de los veranos excesivamente secos), el kiwi es una planta con gran capacidad de transpiración. Puede ser necesaria la aplicación de hasta 7.000 u 8.000 m³/ha y año.

Un aspecto importante de este cultivo es la polinización: en el caso del kiwi se trata de una especie dioica, por lo que es necesario disponer polinizadores macho al realizar la plantación, a razón aproximada de 1:5. En algunos casos será preciso forzar este proceso mediante polinización artificial, dado que las condiciones adversas pueden dificultar la tarea de los polinizadores: las flores están receptivas sólo durante unos días, y además el polen es sensible a temperaturas por encima de los 26 ºC.

Otra característica de este cultivo es la necesidad probable de llevar a cabo aclareos para regular la carga, que deberá estar en torno a los 500-600 frutos/planta (con variación en función del marco de plantación). Los aclareos deben realizarse pronto, ya que si no tendrán poco efecto sobre el tamaño del fruto; pueden ser pre-florales o post-florales (tras el cuajado). 

PRINCIPALES LABORES

En lo que respecta a la preparación del suelo para la plantación, debe llevarse a cabo una labor de subsolado, con varios pases cruzados, alcanzando una profundidad aproximada de 1 metro. A continuación se hará una labor de arada con vertedera o disco, que se aprovechará para incorporar las enmiendas y/o abonados de fondo que pudieran haber sido aconsejados. Antes de la plantación se dará un pase de fresa o rotovátor, que dejará la superficie del suelo limpia y desmenuzada para que las plantas tengan un buen contacto con el suelo. En algunos casos (si el suelo no es suficientemente profundo, o si no drena suficientemente bien) puede ser necesario realizar caballones, suficientemente amplios, para albergar las plantas.

La plantación puede hacerse entre otoño y primavera, siendo recomendable hacerlo temprano. Los marcos de plantación más habituales son de 4-5 metros entre líneas y 2,5-3 metros entre plantas, consiguiendo unas 800 plantas/ha (aunque pueden encontrarse plantaciones mucho más densas, por encima de las 1.500 plantas/ha).

Como parte de las tareas de plantación, no debe olvidarse la necesidad elegir el sistema de formación y entutorado, de lo que dependerá la instalación de las necesarias estructuras de apoyo. Tampoco hay que olvidarse, en su caso, de la instalación de un sistema de protección contra el viento.

Durante los primeros años de cultivo hay que realizar las necesarias podas de formación. Cada año, además, es imprescindible hacer una poda de producción: el kiwi sólo produce en brotes del año crecidos sobre ramas del año anterior. Y también será necesaria una poda en verde, en primavera y verano, que permita equilibrar la planta y mejorar la iluminación.

El mantenimiento del suelo en este cultivo es una operación importante en el caso del kiwi ya que, al existir condiciones de humedad, se dan las condiciones para que proliferen las malas hierbas. El control de las líneas de árboles mediante escarda mecánica se desaconseja debido a que se pueden dañar las raíces poco profundas de esta planta. El acolchado sintético tampoco es buena solución, debido a que interfiere negativamente con los sistemas de riego por microaspersión. Una opción es el mantenimiento enyerbado de las líneas y calles, junto con siegas periódicas; esta es la única opción en caso de cultivo ecológico. Finalmente, en cultivo convencional existe la posibilidad del empleo de herbicidas químicos en las líneas de plantación, pero siempre que se tomen las debidas precauciones para no dañar a las plantas. En cuanto a las calles, la mejor opción es el paso de desbrozadora, que permite incluso triturar los restos de poda.

Las necesidades de agua mayores aparecen entre el cuajado del fruto (mediados de junio) hasta finales de agosto; en esa época hay que concentrar la aplicación de los riegos. El sistema más adecuado en este cultivo es el riego localizado por microaspersión; las cantidades a aplicar dependerán de la climatología y el tipo de suelo, pero puntualmente pueden ser importantes (hasta 500 m³/ha y mes).

Como ya se ha indicado anteriormente, los aclareos constituyen una operación de cultivo importante en el caso del kiwi; pueden realizarse antes o después de la floración, en el primer caso sobre el botón floral y en el segundo sobre los frutos cuajados, pero no demasiado tarde para que la operación tenga efecto.

El cultivo de kiwi es exigente en elementos fertilizantes; los aportes orgánicos, aunque muy importantes, no son suficientes para mantener una producción importante, por lo que es necesario complementar con abonos minerales. Un método muy adecuado es la fertirrigación, ya que el kiwi es muy sensible a la salinidad y dicho sistema permite una distribución más eficiente y menos concentrada de los abonos. El kiwi es exigente sobre todo en nitrógeno, potasio y calcio, pero también de numerosos micronutrientes como hierro, manganeso, boro, cobre o zinc. A continuación se muestra un resumen aproximado de las principales necesidades anuales de este cultivo:

– nitrógeno (N): 100-150 kg/ha;

– fósforo (P2O5): 50-70 kg/ha;

– potasio (K2O): 150-200 kg/ha;

– calcio (CaO): 60-80 kg/ha (no suele haber deficiencias de este elemento).

El abonado de fondo puede consistir en la aplicación de unas 70 t de estiércol, junto con la mayor parte del fósforo y el potasio. El nitrógeno se aplicará como abonado de cobertera; lo mejor, como se ha dicho, mediante fertirrigación. Cabe la posibilidad de aplicaciones foliares en caso de deficiencias.

La recolección se lleva a cabo en otoño, lo antes posible para evitar las heladas pero no antes de la madurez correcta del fruto (se deben alcanzar al menos los 6,2 ºBrix para comenzar la recolección). Los frutos se recogen a mano y con cuidado de no dañarlos, por lo que es una operación que demanda mano de obra. Tras la recogida conviene refrigerar el fruto, aunque al producirse la recogida en otoño es previsible que las necesidades no sean muy grandes en este sentido; el almacenamiento hasta la venta sí debe ser en condiciones controladas.