Se trata de un cultivo de implantación sencilla, poco exigente en labores de cultivo y que puede resultar bastante rentable, razón ésta por la que está en auge en nuestro país.

Sin embargo, la recomendación para este cultivo por nuestra parte es que se sea cauto a la hora de su implantación, comprobando el éxito o fracaso del mismo en experiencias previas, ya que sólo éstas pueden certificar su adecuación a una determinada zona agroclimática.

La elección de las variedades es un factor crítico; en particular, hay que ser muy cuidadoso para acertar en el difícil equilibrio entre la duración del ciclo y la susceptibilidad a las heladas primaverales: un ciclo demasiado tardío podría escapar a estas últimas, pero quizá no disponga de unidades de calor suficientes en nuestra zona para completar la maduración. Si finalmente se opta por implantar el cultivo, ténganse en cuenta las condiciones locales y no se elijan lugares demasiado húmedos, como pueden ser los fondos de valle o las zonas de huerta.

Otro inconveniente de este cultivo es su tardía entrada en producción, que se puede extender hasta los 8 ó 10 años, lo que hace que a veces se destinen al mismo, terrenos marginales, lo cual puede comprometer aún más su rentabilidad o la recuperación de la inversión.