La Chenopodium quinoa, es un pseudocereal perteneciente a la subfamilia Chenopodioideae de las amarantáceas.

La raíz es del tipo pivotante, consta de una raíz principal de la cual salen un gran número de raíces laterales muy ramificadas. La longitud de las raíces es variable, de 0.8 a 1.5 m. Su desarrollo y crecimiento está determinado por el genotipo, tipo de suelos, nutrición y humedad entre otros factores.

El tallo en la unión con el cuello de raíz es cilíndrico y a medida que se aleja del suelo se vuelve anguloso en las zonas de nacimiento de hojas y ramas. La corteza es firme y compacta formada por tejidos fuertes y lignificados. Cuando los tallos son jóvenes la médula es suave, cuando los tallos maduran la médula es esponjosa y seca y en la cosecha se cae y el tallo queda hueco o vacío. El color básico del tallo en la época de floración, puede ser verde, verde-amarillo, naranja, rosado, rojo y púrpura. En algunas variedades se puede apreciar la presencia de estrías con colores variables como el verde, amarillo, rosado y púrpura y en otras la presencia de axilas de color rosado, rojo y púrpura. Las combinaciones resultantes del color básico del tallo, el color de las estrías y el color de axilas puede ser empleado para identificar variedades. A la madurez el color del tallo, en general, se torna de un color crema o rosado con diferentes intensidades.

La altura de planta, desde la base del tallo al ápice de la inflorescencia, varía de 0.5 m a más de 3 m; depende de la variedad, de la densidad de siembra, de la nutrición y del medio ambiente.

Las hojas tienen dos partes diferenciadas: el peciolo y la lámina. El peciolo de las hojas es largo y acanalado. El color del peciolo puede ser verde, rosado, rojo y púrpura. La lámina de la hoja tiene tres venas principales que se originan del peciolo. Las láminas son más grandes en el follaje y más pequeñas en la inflorescencia. Las láminas son polimórficas en la misma planta. Las láminas de la planta o el follaje pueden ser triangulares o romboidales y las de la inflorescencia pueden ser triangulares o lanceoladas. Las hojas pueden tener márgenes enteros, dentados o aserrados.

Las hojas y las partes tiernas de la planta están generalmente cubiertas con una pubescencia vesicular–granular blanca, rosada o púrpura, que. contiene oxalato de calcio capaz de absorber agua del medio ambiente e incrementar la humedad relativa de la atmósfera que rodea las hojas. El color de la lámina predominantemente es verde; en algunas variedades puede observarse hojas de color verde-púrpura. A la madurez las láminas se tornan amarillas, naranjas, rosadas, rojas o púrpuras.

Es una panoja con una longitud variable de 15 – 70 cm. Generalmente se encuentra en el ápice de la planta y en el ápice de las ramas.

Las flores son sésiles o pediceladas y están agrupadas en glomérulos. La posición del glomérulo en la inflorescencia y la posición de las flores dentro del glomérulo, determinan el tamaño y el número de los granos o frutos.

La quinua se considera autógama con un porcentaje de cruzamiento de 17%, aproximadamente.

El fruto está constituido del pericarpio (capa del fruto) y la semilla. El pericarpio está adherido a la capa de las semillas y el nivel de adherencia es variable, tiene alveolos en su superficie y la saponina que le da el sabor amargo al grano. El fruto puede alcanzar un diámetro de 1.5 a 3 mm.

Presenta tres partes bien definidas que son: epispermo, embrión y perisperma. El epispermo, es la capa que cubre la semilla y está adherida al pericarpio. El embrión, está formado por dos cotiledones y la radícula y constituye, aproximadamente, el 30% del volumen total de la semilla y envuelve al perispermo como un anillo, con una curvatura de 320 grados. La radícula, muestra una pigmentación de color castaño oscuro. El perispermo es el principal tejido de almacenamiento; reemplaza al endospermo y está constituido mayormente por granos de almidón, es de color blanquecino y representa prácticamente el 60% de la semilla.

REQUISITOS ESPECIALES

En la mayor parte de los casos, las explotaciones agrícolas de nuestro entorno ya cuentan con el equipamiento y las instalaciones que se requieren para el cultivo de la quinoa. Hay que tener en cuenta, no obstante, los requerimientos propios de este cultivo para ver si se cumplen, antes de tomar la decisión de adoptarlo.

La semilla de la quinoa es muy pequeña, y de ello se deriva la necesidad de llevar a cabo una preparación del suelo cuidadosa, que puede incluir un pase de grada rotativa. La siembra se hará inmediatamente después, para aprovechar la humedad del suelo. Las semillas de quinoa no presentan latencia, pudiendo germinar en cuanto encuentran condiciones adecuadas.

Para que el cultivo tenga buenas producciones hay que disponer de suelos medios a profundos, bien drenados y con buen contenido en materia orgánica; hay que evitar los encharcamientos, que son muy negativos para el cultivo de la quinoa.

La quinoa puede beneficiarse de riegos en momentos puntuales, pero es un cultivo que también puede prosperar en determinadas zonas de secano fresco de la provincia. En cualquier caso, sí es importante contar con humedad suficiente en las primeras fases del cultivo.

Los requerimientos en cuanto a fertilización pueden considerarse similares a los del trigo. Un aspecto a tener en cuenta es la lucha contra las malas hierbas: al tratarse de un cultivo novedoso en nuestro país, hay una carencia de herbicidas autorizados por lo que se hace necesario en muchos casos recurrir a labores de cultivo para control mecánico de malezas. En este sentido, una siembra temprana también puede ayudar en la prevención de la aparición de malas hierbas.

Finalmente, algo que también hay que tener en cuenta es la elección correcta del momento de la cosecha: debe hacerse con un grado de humedad óptimo, ni demasiado húmedo ni demasiado seco, para evitar pérdidas (ya que puede producirse el desgranado natural de las panojas). Dicho grado de humedad estará en torno al 14%, cuando las plantas se vuelven amarillentas, las hojas se caen y los tallos se vuelven quebradizos. Dado el tamaño y demás características del grano de quinoa, es fundamental la regulación correcta de la cosechadora empleada.

PRINCIPALES LABORES

El conjunto de labores apropiadas para el cultivo de quinoa debe ser conforme con lo expuesto anteriormente. La preparación del terreno es fundamental en este caso, debido al tamaño minúsculo de la semilla; el objetivo es conseguir un suelo limpio, mullido, bien aireado y nivelado. Las labores a practicar dependerán, no obstante, del estado del suelo y de su uso previo. Como labor primaria podría ser suficiente un pase de grada, si bien en suelos pesados puede ser necesario un pase previo de chisel o subsolado; a continuación lo más conveniente es un pase de grada rotativa, que ayudará a incorporar el abonado de fondo y dejará el suelo en perfectas condiciones para la siembra.

Para la siembra, lo ideal es una sembradora monograno, aunque se puede emplear la de chorrillo (se una dosis mayor para esta última). En cualquier caso, la máquina empleada se ajustará convenientemente, teniendo en cuenta los siguientes parámetros de siembra:

– distancia entre hileras: entre 50 y 75 cm;

– distancia entre plantas: entre 5 y 7 cm, para conseguir una densidad de entre 15 y 30 plantas/m2;

– profundidad de siembra: entre 1 y 2 cm.

La siembra en nuestra zona suele hacerse en mayo, o cuando la temperatura del suelo alcance ya los 10 ºC, siendo necesarios unos 5 kg de semilla por hectárea.

La fertilización a aplicar dependerá de las características del suelo y de su fertilidad, así como de los cultivos precedentes. En general las necesidades quedarían cubiertas con unas 50-60 UF de nitrógeno de fondo, y otras 100 UF-N de cobertura, al comienzo de la floración (aunque se puede dividir en 2 aplicaciones). Como abonado de fondo puede emplearse un fosfato diamónico (unos 250-300 kg/ha), y en cobertura urea o similar (unos 200 kg/ha). Las necesidades indicadas se corresponden a una cosecha de 3 a 5 t/ha. Lógicamente, estas dosis deberán reducirse si las expectativas de cosecha son menores, por ejemplo en climas secos y/o suelos poco fértiles.

Los riegos, de aplicarse, se centrarán sobre todo en asegurar una buena nascencia. Una vez superadas las primeras fases, no es un cultivo muy exigente en agua, habiéndose comprobado que es suficiente la aplicación de unos 240 l/m² durante la campaña.

El control de malas hierbas, en este cultivo se puede llevar a cabo mediante una labor mecánica cuando las plantas tienen entre 15 y 25 cm de altura; también es conveniente un aporcado antes de la floración, con la aplicación del abonado de cobertura.

En nuestro entorno, es un cultivo que de momento se muestra bastante resistente a plagas y enfermedades; no obstante conviene estar vigilante, ya que a medida que progrese el cultivo también podrían detectarse problemas en este sentido. En algunas fases pueden aparecer ataques de pulgón y de chinches, en general leves; la aparición de patógenos fúngicos, como el mildiu, se previene en gran medida evitando encharcamientos y con rotaciones adecuadas.

La época apropiada para la cosecha de quinoa va a depender de la duración del ciclo de cultivo, que es una característica varietal; como dato orientativo, para una siembra en mayo la cosecha tendría lugar en octubre. Sí es importante en cualquier caso que la cosecha se haga antes de que aparezcan las lluvias de otoño. En cuanto a los rendimientos, en las condiciones burgalesas éstos oscilarían entre los 1.500 y los 4.000 kg/ha, dependiendo de si se cultiva en secano o en regadío.