Aunque relativamente desconocido en nuestro país, lo cierto es que el cultivo de la quinoa se practica desde hace miles de años en la región andina. Por lo tanto, es una planta que comparte origen con la patata y, al igual que ésta, se adapta a multitud de ambientes. Este hecho, junto con su buena capacidad de producción de biomasa y la calidad nutritiva de su grano, hacen que el interés por este cultivo no deje de crecer.

La duración del ciclo de cultivo de la quinoa es muy variable, dependiendo de factores varietales y ambientales, tales como la temperatura, el fotoperiodo o la altitud. También existe gran variabilidad en cuanto a la resistencia al frío o a las altas temperaturas, comportándose en este sentido como una planta bastante tolerante; la menor tolerancia a temperaturas extremas tiene lugar entre la floración y el estado de grano pastoso. Hay que decir también que la sensibilidad al fotoperiodo es una característica varietal que puede afectar de manera importante a los rendimientos.

Prefiere los suelos neutros y con texturas francas o franco-arenosas, aunque se puede cultivar en un amplio rango de pH, desde los muy ácidos hasta los francamente alcalinos.

Y también son variables los requerimientos de agua, de modo que es posible su cultivo en zonas secas y lluviosas. Las mayores necesidades tienen lugar en las primeras fases del cultivo; por otra parte, es bastante tolerante al estrés hídrico al final del cultivo. Podemos decir, por tanto, que el cultivo de la quinoa es factible en un secano fresco con buenas disponibilidades de humedad en el momento de la siembra.

Dada la adaptabilidad de la quinoa, la elaboración de un mapa de aptitud para este cultivo se hace teniendo en cuenta estos parámetros:

– Altitud: la quinoa se cultiva entre los 0 y los 4.000 msnm, lo que da lugar a adaptaciones varietales; la altitud no es, por tanto, un factor limitante en la provincia de Burgos, aunque puede establecerse un óptimo en torno a los 1.000 msnm.

– Pendientes moderadas; evitar las muy pronunciadas.

– Evitar zonas de acumulación de humedad e inundables.

– Temperatura media: el óptimo para el desarrollo de este cultivo (es decir, durante los meses de primavera y verano) se sitúa entre los 15 y los 25 ºC.

– Precipitación anual: el rango óptimo se sitúa entre los 500 y los 800 mm.

– Para el cultivo en secano: las precipitaciones en primavera-verano deben estar por encima de los 400 mm para obtener rendimientos aceptables.

– Mejor en suelos franco-arenosos, francos o arenoso-francos.

– Se evitan los suelos excesivamente arcillosos (contenidos en arcilla por encima del 30%).

– Lo mejor es un suelo con pH neutro, aunque no es un factor limitante.

– Se prefieren suelos bien provistos de materia orgánica.

– Se excluyen las zonas forestales e improductivas.

Como era de esperar, el mapa obtenido permite afirmar que el cultivo de la quinoa en regadío es factible en la mayor parte de las zonas cultivables de la provincia de Burgos, evitando quizá aquellos suelos que sean demasiado pobres en materia orgánica. Por tanto, desde un punto de vista agroambiental, se trata de un cultivo que se puede introducir en Merindades, Amaya Camino, Bureba, Arlanza, Demanda Pinares y Ribera del Duero. Por otra parte, la obtención de producciones adecuadas sin apoyo de riego, también parece posible en los secanos frescos de Merindades y Demanda Pinares. La producción en secano podría practicarse localmente en zonas más amplias que las que muestra el mapa de aptitud correspondiente, siempre que se den condiciones adecuadas en el momento la siembra, adelantando ésta para buscar mayor humedad en el suelo, pero siempre que las temperaturas sean ya suficientemente altas (una nascencia óptima se consigue cuando los primeros centímetros del suelo alcanzan ya una cierta temperatura, próxima a los 10 ºC).