Existe en nuestro país una extensa área en que la trufa se presenta de forma natural, asociada sobre todo a montes de encina. En Castilla y León, la provincia de Soria es aquella en que la presencia de la trufa está más contrastada, pero también gran parte de la de Burgos. Sin embargo, esto no quiere decir que el cultivo exitoso de árboles micorrizados no sea posible en otros lugares, siempre que se den unas condiciones edafoclimáticas adecuadas, que en este caso son especialmente importantes.
Quizá el aspecto más característico de este aprovechamiento es su necesidad de terrenos calizos. El pH del suelo debe estar idealmente por encima de 7,5, y le van mejor las texturas francas o franco-arenosas. En cuanto a la climatología, la trufa se ve muy favorecida cuando las precipitaciones, especialmente durante el verano, son generosas (tormentas de verano frecuentes); también es conveniente que las primeras heladas del otoño se retrasen lo más posible, y que las máximas y mínimas de verano e invierno, respectivamente, sean moderadas.
Con estos y otros condicionantes, se ha elaborado un mapa de aptitud para el cultivo de la trufa en Burgos, que no se limita a la zona de presencia natural, si bien es en ésta donde su éxito es más probable. Los parámetros tenidos en cuenta han sido los siguientes:
– Altitud: entre 700 y 1300 metros.
– Orientación preferente: Sur.
– Una pendiente elevada penaliza este cultivo.
– Temperatura media anual: entre 10-14 ºC, mejor cuanto más alta (prácticamente toda la provincia está por debajo de los 14 ºC).
– Temperatura máxima de verano: mejor cuanto menor; valoración mínima por encima de los 28 ºC, y máxima por debajo de los 18 ºC.
– Temperatura mínima de invierno: mejor cuanto mayor; valoración mínima por debajo de -5 ºC, y máxima por encima de 5 ºC.
– Fecha media de la primera helada: puntuación nula cuando ésta es anterior al 15 de octubre.
– Precipitación anual: cuanto más mejor; puntuación mínima cuando es inferior a los 540 mm.
– Precipitación durante el verano: se prefieren las comarcas donde ésta sea elevada, al menos por encima de los 80 mm.
– Textura del suelo: se priorizan los suelos francos y franco-arenosos.
– pH óptimo para el cultivo: 7,5-8,5.
– Contenido en materia orgánica: se penalizan los suelos por debajo del 2%.
– Se excluyen los suelos de naturaleza silícea.
Hechas estas consideraciones, se ha determinado que el aprovechamiento de la trufa podría ser viable en amplias zonas repartidas por toda la provincia, pero fundamentalmente de las comarcas de Amaya Camino, Adedo Bureba, Arlanza, Demanda Pinares y Ribera del Duero. También cabría indicar que, allí donde las condiciones ambientales pueden no garantizar el éxito de la trufa negra, existe la alternativa de la trufa de verano, T. aestivum, que, si bien no alcanza los mismos precios de mercado, es más productiva y, sobre todo, presenta una mayor plasticidad ecológica ya que se adapta a un rango de condiciones mucho más amplio que T. melanosporum.